Imparable
Cierro los ojos y me digo “cabeza en blanco”. En
ese mismo instante pienso “¿Por qué blanco? ¿Por qué ese color?”. Me intento
callar a mí misma y trato de pensar en algo que me relaje. Agua. Me imagino
nadando. El agua es azul petróleo. La profundidad no se puede percibir. Parece
eterna. La distancia de mis pies hacia el fondo se siente inmensa. A lo lejos
no se ve nada, solo el cielo que está completamente negro. Pero no negro como
cuando apagas la luz. Es un negro muy brillante como si alguien hubiera
lustrado las nubes. Ahí empiezo a nadar. Todo parece salir como lo esperaba, al
fin puedo relajarme. Aparece un tiburón. Sí, era de esperarse, algo tenía que
pasar. El animal nada sin querer atacarme, está mucho más relajado que yo, qué
envidia. Nada medio en zigzag y se ve como el agua roza su piel que parece ser
muy áspera. Por un segundo pienso que puede distraerme pero junto fuerza y lo
hago desaparecer. Sigo nadando. No tengo que hacer nada de fuerza, la corriente
del agua me empuja. Me da un impulso muy grande pero para nada brusco, suave y
potente al mismo tiempo, raro. Cuando me doy cuenta no sé hacia donde estoy
yendo. Trato de levantar un poco la cabeza pero mi intento es inútil, no hay
nada. No importa a donde mire, el cielo y el agua parecen infinitos. Infinito
me suena a gigante. Y así lo siento, porque en el vacío es enorme. No importa
donde busque no hay nadie, por eso no busco. “¿Y si busco abajo?” pienso. Lo
dudo. El vacío ahí abajo debe ser más grande. Tomo aire y me sumerjo en el
agua. No veo nada. Abro los ojos. No veo nada. Es negro pero no brilla, es
negro opaco. Subo. Cuando intento sacar las manos a la superficie no puedo.
Alguien me las agarra y me las sujeta muy fuerte. Me las aprieta. Siento como
mis uñas me lastiman mis propias manos que están como puños. Sus manos parecen
enormes porque encierran a las mías. Me doy cuenta que tiene mucha más fuerza
que yo, porque me parece imposible hacer que me las suelte. Trato de abrirlas con mi
mayor esfuerzo y aunque me doy cuenta que no voy a poder lograrlo, no puedo
parar de intentarlo. Empiezo a sentir como me transpiran y están tan tensas que todo
mi cuerpo esta tenso. Mi cuello está muy rígido y los dedos de mis pies
contraídos hacia arriba. Mis manos toman un impulso muy grande y se liberan de
las otras. En el mismo instante abro los ojos. Negro. Opaco. Y la aleta de un tiburón.
Me gustó mucho cómo describiste su intento de conseguir tranquilidad mediante la imaginación, el ambiente es fácil de imaginar. No comprendo cuando escribís que abre los ojos, ¿los abre en la realidad o en su imaginación?, por ello el final me parece un poco confuso. Sin embargo el cuento en general me pareció interesante.
ResponderEliminarLudmila Corvalán
Gracias por la respuesta. No sé, si los abre en la realidad o en su imaginación. En realidad no lo decidí. El final es abierto
EliminarMilena: hacés un muy buen trabajo con el lenguaje, ya que lográs transmitir con mucha nitidez los aspectos sensoriales y lo que percibe el protagonista. Sin embargo, la historia se escurre, resulta muy difícil comprender qué sucede realmente con él, ni cómo pasa del plano real al de la ensoñación y ahí se queda con tiburón y todo.
ResponderEliminarEscribís muy bien. Es un placer reencontrarte desde este lugar que desarma viejos lugares conocidos por nosotras el año pasado.
Nota: 7
Profesora Amadío, gracias por su devolución, no pretendo justificar el cuento ni cuestionar lo que usted lo que usted me dice simplemente quiero decir que dejé el final abierto. Justamente quería representar ese momento, en el que uno no sabe si está soñando o despierto, donde los dos planos se mezclan, donde no queda claro que es real y que es un "sueño".
EliminarMe encantó todo. La relación del cuento con la foto me hizo sonreír. El relato no sólo es atrapante sino que también muy colorido. Se puede sentir una gran conexión con las sensaciones del personaje. Cuando esto cambia, se transmite perfectamente la sensación de desesperación que siente. No estoy segura si entendí el final y quién o qué es lo imparable pero insisto, me gustó mucho.
ResponderEliminar↑ Lucía Estevez ↑
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