Sé que
suena raro, pero la casa había empezado a hablarme. Empezó con susurros, y
ahora, hasta nos poníamos a hablar de fútbol, o de política; de religión nunca,
me parece que era judía. A mi mucho la religión no me interesa, ni la católica,
ni la judía, ni la musulmana, simplemente no me atrae. Prefiero otras cosas.
Quién sabe, yo no sé, yo sólo escucho.
Pero si les digo todo esto todos van a pensar
que estoy demente, así que les voy a narrar mi historia. Comienza hace unos
cuantos años, cuando compré una casita por el barrio de Núñez, linda casa,
vieja. Me mudé y unas semanas después, escuché un chillido de emoción, me acobardé
y luego de eso oí que alguien empezaba a hablarme. Esto se había repetido por
varios días, al principio creía que eran las vecinas, pero las voces seguían
aunque ellas no estuvieran. En el otro lado de la casa había un baldío.
Una noche acerqué un vaso a la pared y comencé
a probar pared por pared para notar de dónde venían esas palabras, lo raro era
que en las cuatro paredes se escuchaba muy bien. Me decía cómo lavar las
cortinas, o como encerar el piso de pinotea del living. Me servía; además era
una linda compañía y los pisos quedaban bastante bien.
Debo aceptar que soy tímido, por eso prefiero
escuchar. Ella estaba en pleno monólogo
y le pregunté su nombre, la Casa se limitó a decirme “…Ay querido! Y yo pensaba
que eras mudo. Linda voz tenés, me gusta.” Evitó mi pregunta y siguió hablando
sobre su techo y sus paredes. Había veces dónde no podía seguirle mucho la
conversación o simplemente pasaba a molestarme su voz.
Meses después de vivir allí, con La Casa ya
éramos íntimos amigos, había logrado que me conteste las cosas que le
preguntaba, a veces jugábamos al ni sí,
ni no, ni blanco, ni negro. Yo salía a trabajar a las ocho de la mañana,
volvía a las cuatro de la tarde, ella me esperaba. En ocasiones ella me pedía
que yo pintara algunas habitaciones o que saque las hojas de la canaleta, yo le
hacía caso e iba a ayudarla.
Ella era lo único que necesitaba, era como
estar solo, pero no del todo además cuando entraba a mi Casa un calor me
inundaba. En las mañanas ella me ayudaba con el color de corbata que debía usar
o qué pantalones ponerme, siempre era sincera y amable.
En el mes de Junio, un año después de mudarme,
conocí a una chica en el trabajo, Ester. La invité a tomar unos mates a mi casa
y desee con toda la integridad de mi ser que mi antigua amiga no haga ningún
comentario, ya que Ester saldría corriendo.
Fue una linda tarde, tomamos mate y comimos
facturas, fue divertido, hablamos muchísimo, hacía tanto que no hablaba de mi,
hacía tanto que no escuchaba hablar a alguien mientras veía su cara. Luego de que mi nueva amiga se marchara esperé
a que La Casa hiciera algún comentario, sobre cualquier cosa; esperé, pero no
dijo absolutamente nada. Por días no dijo nada, supuse que podía estar enojada
porque había llevado alguien a la casa, pero no sabía que le pasaba. En los
momentos que llegaba a mi casa tenía que abrigarme constantemente aunque haga
un calor insoportable fuera.
Comencé a invitar diariamente a Ester a mi
casa y ella me invitaba a la suya, tomábamos mate, comíamos bizcochitos o
facturas, hablábamos, reíamos. Un día, nos besamos, el siguiente, hicimos el
amor, y muchos meses después nos comprometimos, las risas de mis hijos llenaban el espacio, vivimos en mi casa.
Siete años después de casarme con Ester, una mañana mi antigua gran amiga
volvió a hablarme y así fue como comenzamos nuevamente nuestra leal amistad.
Fin
Me gusta mucho como esta escrito, lo escribiste de tal forma que siento como si este protagonista me contara su anecdota en una reunión de amigos, no se si quisiste que así fuera pero me gusta. La historia también me gustó mucho. Me pregunto como tomara Ester que su prometido hable con una casa ¿Se irá corriendo? ¿Sentirá celos?
ResponderEliminarJuan Costa Viaggio
Me gusta mucho mucho (dos veces pa’ que quede claro) la trama y como lo relatas. La relación que mantiene con la casa es muy particular ¡ella habla continuamente de si misma! No se sabe nada del personaje, vive en nuñez y su casa le conversa. Lo único que cambiaría es el final. Lo leí antes de que lo corrijas y sentí que ese final era más abierto y, aunque triste, dejaba más cosas para pensar. Porque ¿Cuáles son las alternativas? Él está loco o la casa efectivamente le habla. Ni en el comienzo se sorprende demasiado con que la dueña de la voz sea su hogar, por lo que yo votaría por locura. Pero que vuelvan a conversar siento que cierra un poco las posibilidades. No sé, está buenísimo. La felicito señorita.
ResponderEliminarLola López
Milena: construis tan bien la voz narradora, su tono de voz y su modo de hablar (que desmiente que prefiere escuchar), que pinta perfectamente al personaje y hace que el lector sepa mucho más que de lo que se dice. Salís airosa de algo difícil de lograr: una voz creíble.
ResponderEliminarAdemás, la idea es ingeniosa, divertida y sencilla.
Creo, a diferencia de Lola, que, justamente la reaparición de la voz, genera ambigüedad porque reinstala la posibilidad de locura o la casa vuelve a hablarle cuando ve que la felicidad matrimonial ya no es competencia para ella.
Rever puntuación y algunos tiempos verbales.
Nota: 9
Me gustó la historia pero el final me pareció muy abrupto. Cuando vuelve a hablar con la casa, ¿Su familia lo escucha o solo habla cuando no hay nadie?
ResponderEliminarCandela Miller
El cuento me pareció creativo tanto por el contenido como por la forma en la que esta narrado.
ResponderEliminarNo entendí si había vecinas ya que en un momento se narra la existencia de un terreno baldío al lado de la casa y luego cómo las vecinas querían entablar conversaciones con él.
Camila ferrera
El cuento me pareció creativo tanto por el contenido como por la forma en la que esta narrado.
ResponderEliminarNo entendí si había vecinas ya que en un momento se narra la existencia de un terreno baldío al lado de la casa y luego cómo las vecinas querían entablar conversaciones con él.
Camila ferrera
Cuál es el título? Cami, de un lado de la casa había un baldío y del otro las vecinas. Me gusta la relación que se crea entre la casa y el hombre, es muy creible.
ResponderEliminarCamila Corral
Mile, me gustó mucho como está contado el cuento. Al principio me pareció medio gracioso pero después me atrapó. Esperaba más para el final, no entendí por qué siete años, ¿tiene algún significado? Tampoco entendí por qué le volvió a hablar. Siento que falta que pase algo importante para que la relación vuelva o se destruya por completo.
ResponderEliminarMilena Bonifacini