viernes, 15 de mayo de 2015

Milena Insua Szulman

La Casa 

    Sé que suena raro, pero la casa había empezado a hablarme. Empezó con susurros, y ahora, hasta nos poníamos a hablar de fútbol, o de política; de religión nunca, me parece que era judía. A mi mucho la religión no me interesa, ni la católica, ni la judía, ni la musulmana, simplemente no me atrae. Prefiero otras cosas. Quién sabe, yo no sé, yo sólo escucho. 

 Pero si les digo todo esto todos van a pensar que estoy demente, así que les voy a narrar mi historia. Comienza hace unos cuantos años, cuando compré una casita por el barrio de Núñez, linda casa, vieja. Me mudé y unas semanas después, escuché un chillido de emoción, me acobardé y luego de eso oí que alguien empezaba a hablarme. Esto se había repetido por varios días, al principio creía que eran las vecinas, pero las voces seguían aunque ellas no estuvieran. En el otro lado de la casa había un baldío.

 Una noche acerqué un vaso a la pared y comencé a probar pared por pared para notar de dónde venían esas palabras, lo raro era que en las cuatro paredes se escuchaba muy bien. Me decía cómo lavar las cortinas, o como encerar el piso de pinotea del living. Me servía; además era una linda compañía y los pisos quedaban bastante bien.
 Un día, me decidí a hacer algo que nunca había hecho, contestarle. Ya no era necesario que escuche con un vaso ya había comenzado a hablar más fuerte.   Siempre que hablaba, con su voz clara y delicada, yo no añadía nada a la “conversación”.

 Debo aceptar que soy tímido, por eso prefiero escuchar.  Ella estaba en pleno monólogo y le pregunté su nombre, la Casa se limitó a decirme “…Ay querido! Y yo pensaba que eras mudo. Linda voz tenés, me gusta.” Evitó mi pregunta y siguió hablando sobre su techo y sus paredes. Había veces dónde no podía seguirle mucho la conversación o simplemente pasaba a molestarme su voz.

 Meses después de vivir allí, con La Casa ya éramos íntimos amigos, había logrado que me conteste las cosas que le preguntaba, a veces jugábamos al ni sí, ni no, ni blanco, ni negro. Yo salía a trabajar a las ocho de la mañana, volvía a las cuatro de la tarde, ella me esperaba. En ocasiones ella me pedía que yo pintara algunas habitaciones o que saque las hojas de la canaleta, yo le hacía caso e iba a ayudarla.
 Le contaba lo que había hecho en el trabajo y ella me chusmeaba qué habían hecho las vecinas, Roberta y Marta, mujeres insoportables, no se dan una idea, nos reíamos mucho de ellas. Cada vez que me las cruzaba en el almacén de Beto se quedaban horas y horas hablándome, de sus nietos, de que sus maridos no las complacían y me hacían ojitos. Yo dejaba de hablarles y me iba con mi amiga.

 Ella era lo único que necesitaba, era como estar solo, pero no del todo además cuando entraba a mi Casa un calor me inundaba. En las mañanas ella me ayudaba con el color de corbata que debía usar o qué pantalones ponerme, siempre era sincera y amable.

 En el mes de Junio, un año después de mudarme, conocí a una chica en el trabajo, Ester. La invité a tomar unos mates a mi casa y desee con toda la integridad de mi ser que mi antigua amiga no haga ningún comentario, ya que Ester saldría corriendo.
 Fue una linda tarde, tomamos mate y comimos facturas, fue divertido, hablamos muchísimo, hacía tanto que no hablaba de mi, hacía tanto que no escuchaba hablar a alguien mientras veía su cara.  Luego de que mi nueva amiga se marchara esperé a que La Casa hiciera algún comentario, sobre cualquier cosa; esperé, pero no dijo absolutamente nada. Por días no dijo nada, supuse que podía estar enojada porque había llevado alguien a la casa, pero no sabía que le pasaba. En los momentos que llegaba a mi casa tenía que abrigarme constantemente aunque haga un calor insoportable fuera.



 Comencé a invitar diariamente a Ester a mi casa y ella me invitaba a la suya, tomábamos mate, comíamos bizcochitos o facturas, hablábamos, reíamos. Un día, nos besamos, el siguiente, hicimos el amor, y muchos meses después nos comprometimos, las risas de mis  hijos llenaban el espacio, vivimos en mi casa. Siete años después de casarme con Ester, una mañana mi antigua gran amiga volvió a hablarme y así fue como comenzamos nuevamente nuestra leal amistad. 
 Fin

8 comentarios:

  1. Me gusta mucho como esta escrito, lo escribiste de tal forma que siento como si este protagonista me contara su anecdota en una reunión de amigos, no se si quisiste que así fuera pero me gusta. La historia también me gustó mucho. Me pregunto como tomara Ester que su prometido hable con una casa ¿Se irá corriendo? ¿Sentirá celos?
    Juan Costa Viaggio

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  2. Me gusta mucho mucho (dos veces pa’ que quede claro) la trama y como lo relatas. La relación que mantiene con la casa es muy particular ¡ella habla continuamente de si misma! No se sabe nada del personaje, vive en nuñez y su casa le conversa. Lo único que cambiaría es el final. Lo leí antes de que lo corrijas y sentí que ese final era más abierto y, aunque triste, dejaba más cosas para pensar. Porque ¿Cuáles son las alternativas? Él está loco o la casa efectivamente le habla. Ni en el comienzo se sorprende demasiado con que la dueña de la voz sea su hogar, por lo que yo votaría por locura. Pero que vuelvan a conversar siento que cierra un poco las posibilidades. No sé, está buenísimo. La felicito señorita.
    Lola López

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  3. Milena: construis tan bien la voz narradora, su tono de voz y su modo de hablar (que desmiente que prefiere escuchar), que pinta perfectamente al personaje y hace que el lector sepa mucho más que de lo que se dice. Salís airosa de algo difícil de lograr: una voz creíble.
    Además, la idea es ingeniosa, divertida y sencilla.
    Creo, a diferencia de Lola, que, justamente la reaparición de la voz, genera ambigüedad porque reinstala la posibilidad de locura o la casa vuelve a hablarle cuando ve que la felicidad matrimonial ya no es competencia para ella.
    Rever puntuación y algunos tiempos verbales.
    Nota: 9

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  4. Me gustó la historia pero el final me pareció muy abrupto. Cuando vuelve a hablar con la casa, ¿Su familia lo escucha o solo habla cuando no hay nadie?
    Candela Miller

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  5. El cuento me pareció creativo tanto por el contenido como por la forma en la que esta narrado.
    No entendí si había vecinas ya que en un momento se narra la existencia de un terreno baldío al lado de la casa y luego cómo las vecinas querían entablar conversaciones con él.
    Camila ferrera

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  6. El cuento me pareció creativo tanto por el contenido como por la forma en la que esta narrado.
    No entendí si había vecinas ya que en un momento se narra la existencia de un terreno baldío al lado de la casa y luego cómo las vecinas querían entablar conversaciones con él.
    Camila ferrera

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  7. Cuál es el título? Cami, de un lado de la casa había un baldío y del otro las vecinas. Me gusta la relación que se crea entre la casa y el hombre, es muy creible.
    Camila Corral

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  8. Mile, me gustó mucho como está contado el cuento. Al principio me pareció medio gracioso pero después me atrapó. Esperaba más para el final, no entendí por qué siete años, ¿tiene algún significado? Tampoco entendí por qué le volvió a hablar. Siento que falta que pase algo importante para que la relación vuelva o se destruya por completo.
    Milena Bonifacini

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