viernes, 15 de mayo de 2015

Candela Miller


El señor Ling

Hace exactamente un año y tres días que el señor Ling llegó al barrio de Floresta. Nadie sabe su procedencia, nadie sabe de que trabaja, solo saben que todos los días sale de su casa a las 6:45 AM. Haga frío o calor, llueva o truene, él siempre sale.
Siempre se lo ve con la mirada perdida, pensando en vaya uno a saber qué. Todos los días lleva puesto un traje negro, un sombrero gris y en cada una de sus manos una maleta. Él tiene un aura de misterio que lo sigue a todas partes, siempre caminando con la cabeza baja sin mostrar ninguna emoción.
Hace exactamente un año y tres días que comenzaron los robos y desapariciones en el barrio, un día desvalijaron la casa del diariero, otro día en la farmacia se encontró destruido el armario donde se guardaban las drogas fuertes para uso medicinal, y el peor caso que ocurrió fue la aparición de dos cuerpos sin vida tirados en la plaza central.
Unos decían que el señor Ling era el jefe de la mafia china, otros decían que se dedicaba al tráfico de órganos y que en cada una de sus maletas llevaba corazones y riñones para vender, otros simplemente creían que era un ladrón o un asesino que escapó de la cárcel. Los vecinos murmuraban a su paso, miles de ojos lo seguían con la mirada. Y como hojas que caen de los árboles en otoño, los prejuicios contra el señor Ling se fueron esparciendo por toda la ciudad. La población llegó a una única conclusión. Hay que matar al señor Ling.  
Una noche, donde solo alumbraba la luz de la luna, hartos de las inseguridades y de sus miedos, decidieron: hoy era el día donde el señor Ling moriría. Cansados y con frío lo vieron llegar. Se veía igual que siempre, su mirada perdida,  las maletas en sus manos, su típico traje negro y su sombrerito gris. A medida que él se iba acercando, la gente lo rodeaba. Ling se paró. Los miró con el miedo reflejado en sus ojos y cuando quiso abrir la boca para preguntar qué pasaba y por qué lo miraban con furia, la gente comenzó a gritar y a atacarlo. Entre todos lo ataron y lo colgaron de un árbol. Desesperado empezó a patalear y a suplicar que lo bajen. Fue ahí, en ese momento, que al señor Ling, ya sin vida, se le caen las maletas de las manos.  Satisfechos, cada uno regresó a su casa con un pacto de silencio.
Tres meses después, se dieron a conocer los resultados de los hechos policiales del último año. Se descubrió que el robo a la farmacia lo había cometido el hijo de un policía que traficaba drogas, que el diariero fue acusado de haberse robado a si mismo para cobrar el seguro, y que los cuerpos hallados en la plaza central, eran de una pareja que había cometido un pacto suicida. Solo queda por resolver, el misterioso caso del chino que se encontró colgado de un árbol. Lo único que se supo del caso es que se apellidaba Ling y que era un médico jubilado que pasaba sus días ayudando a gente que lo necesitaba.

7 comentarios:

  1. A me gustó en general el desarrollo de la historia, pero la parte que más me gustó fue el final ya que cuenta lo sucedido con información concreta y no con prejuicios o suposiciones; y se da por aclarar que se ha cometido el peor error por la población el cual es matar a un médico chino jubilado que por tener un aura de misterio y una coincidencia con los tiempos en los que empezaron los "malos momentos", se lo culpa a él, sin primero tener una información segura y no suposiciones como ocurre en esta historia.
    Gisela Meneces .

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  2. Me causó mucha curiosidad quién era este hombre, confié hasta el final en él, no quería que sea una mala persona. Me gustó mucho como desarrollaste la historia, me atrajo, sinceramente esperaba esto de vos, creo que escribís muy bien. Me atrajo la idea de la historia y como la rebuscaste al final con todos los delitos que habían sucedido. La moraleja de la historia me pareció muy interesante ya que hoy en día la mayoría de nosotros supone cosas sin saber nada de la otra persona. Me gustó mucho como está redactado. Sinceramente me puso triste que hayan matado a Ling
    Milena Insua Szulman.

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  3. Me gusto mucho esta historia. Puede ser el argumento de un muy buen cortometraje. Me encanta cuando las historias dan un giro inesperado, como el que lograste con tu cuento. Me gusto mucho.
    Juan Costa Viaggio

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  4. Me encantó el final, aunque me entristeció. Muestra, creo yo, el prejuicio del ser humano de lo que desconoce, pero tampoco quiere conocer.
    Me resultó extraño el tiempo en los dos primeros párrafos, ya que son en presente. Y luego pasa al pasado.
    Joaquín Campano

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  5. Me gustó la fácil lectura del cuento. Todo lo que sucede es concreto y claro, lo cual permite que el foco principalmente se base en lo que generaba la misteriosa conducta del señor Ling en la gente, sin más ni menos. Se ve el prejuicio, se ve la posición neutral y la falta de expresión del señor Ling, y sin embargo lo que más me quedó fue la relación entre todo esto... ¿Por qué, ante algo diferente, que sale de lo común, la gente reacciona mal? ¿Por qué no se puede sentir curiosidad, en lugar de miedo y necesidad de erradicar aquello que es desconocido?

    Camila Vaccarini

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  6. Candela: excelente construcción de la voz narradora, del tono y la perspectiva que adopta; de manera sencilla, ágil y concreta nos delinea, con aparente objetividad, la sinrazón y estupidez que acaban con el señor Ling. Igual de bueno es el protagonista que imaginás: unos pocos datos te bastan para dotarlo de una profunda humanidad que conmueve y duele en el final. ¿No alcanza con el barrio?
    Creo que resulta innecesario extender los rumores a toda la ciudad e involucrar a toda la población porque tal exageración le quita credibilidad.
    Hay algunos errores en la expresión:
    -Usás el adverbio de lugar ahí como si fuera de tiempo; un donde por cuando.
    -El manejo de los tiempos verbales.
    ¡Muy buen trabajo!!
    Nota: 9

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  7. Esta muy bueno porque es un cuento que se lee facil, sin ser rebuscado, te atrapa y al final te termina dejando una moraleja.Me gusta como muestra que no siempre lo que pensamos y suponemos en base a prejuicios es lo correcto y como, finalmente, se demuestra la inocencia de este hombre
    Agustina Yapor

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