viernes, 15 de mayo de 2015

Camila Vaccarini


Trascender

La niña tiene unos pocos años de vida. Lo habitual sería que no tenga mucho para contar. En cuanto paró en uno de los lugares por los que ella anda, escuchó decir a un hombre “Algunos jóvenes, encantadores pero inocentes e ingenuos, piensan que saben, pero no es así. No por falta de capacidad, si no por falta de tiempo. El tiempo lo es todo, el tiempo es experiencia”.
 Claro. Pensó la niña, y continuó andando.
 Ella, así de pequeña, así de feliz, andaba y andaba.Y aunque no lo decía, tenía mucho para contar, pero porque veía muchas cosas. Muchas imágenes que trascendía, tomaban el lugar del tiempo (por lo que este, en su mundo tampoco existía) y la hacían permanecer en el presente. Cada momento era su lugar, su magia, su conocimiento. El siguiente instante ya era otro, y lo pasado dejaba de existir. Por esto ella no contaba, solo veía. Es que así disfrutaba más de lo que pasaba en el momento, en lugar de distraerse contando lo que ya pasó. Ella era solamente, puramente, solitariamente ella. Lo que se puede decir en relación a los demás es que la niña, a veces, habla con algunas personas. Sólo para preguntar cosas precisas y concisas, porque ella nunca responde. Tampoco juzga, tampoco opina. Acepta todo como si el todo fuera parte de ella, como si todo le fuese natural.
 Familia no tiene, pero sin embargo parece haber sido bien criada. Comida no necesita ¡Pero toda la energía que tiene!, aparenta estar muy bien nutrida. Y su vivienda. Eso, es lo más interesante. No tiene una casa, pero habita intensamente todos los lugares. Vive en las tres dimensiones que su mundo tiene, y para recorrerlo, solo necesita... ¡Una bicicleta! Esa pareciera ser su única compañera de viaje. Aunque también es cierto que la niña tiene una gran reputación. Suele caerle muy bien a la gente, sin intentar hacerlo. No desea ser simpática. Ni siquiera habla mucho, y se queda muy poco tiempo en cada uno de los lugares que trasciende, por lo que el vínculo que instala con algún que otro ser humano, no llega a ser muy firme ni duradero. Y sin embargo un día su bicicleta se vio obligada a cuadruplicar su tamaño.
 Esta última anécdota es realmente graciosa. Fiorella andaba, andaba en su bicicleta. Hizo, en la tercera dimensión, dos preguntas. La primera fue “¿Qué tan tarde se le permite llegar al trabajo a usted, señor?” y el señor le contestó “No se me permite.” Ella lo miró sonriente y no respondió. Inmediatamente el hombre rompió en llanto. Acto seguido, la bicicleta con ruedas de mimbre, duplicó su tamaño y dio lugar a un asiento trasero. El hombre se sentó con ella. Fiorella observó la situación, y no dijo nada. Siguió andando, como siempre. Estaba formándose sobre el aire un pequeño hilo conductor que atravesaba el abismo que separaba la tercera dimensión de la siguiente (la cual nunca intentó trascender aún) cuando una niña parecida a ella, la miró. Luego le preguntó cómo hacían las ruedas de su bicicleta para resistir tanto peso siendo tan débiles, de mimbre. Fiorella se rió pero no le respondió. Es que tampoco ella se había hecho esa pregunta, ni consideraba alguna respuesta posible. Simplemente resistía.
 Cuando Fiorella no respondió, la niña voluntariamente tocó la rueda trasera de mimbre, y de la bicicleta surgió un nuevo asiento detrás del hombre. La niña se sentó en el. En ese momento, un joven muchacho llegó corriendo desesperado por encontrar a su hija. En cuanto la vio, se alivió tanto que echó a reir y la abrazó. La bicicleta, generosamente creó un nuevo asiento.

  Esta es la historia de aquel día. Fiorella, siguió andando. Pero cuando atravesó finalmente la tercera dimensión (cruzando ese enorme abismo, siguiendo al hilo conductor, el cual poco a poco fue trazando un irregular sendero suspendido en el aire), llegó a un lugar sin humanos. Para adelante, no los veía más. Ni a la niña, ni al muchacho joven, ni al hombre. Ella sin sorprenderse ni preocuparse siguió andando, como siempre. Solo que al llegar al final del camino, ella, como los otros, desaparecía. A partir de este abismo ya no logro verla más. Sin embargo, algo me indica que no vuelve porque no quiere. Pero quizás un día decida trascender nuevamente las dimensiones conocidas, y allí sí que la podré ver, a ella y a todo lo que lleva consigo.
Michael Cheval

2 comentarios:

  1. Camila: construís un relato ágil y movedizo, como su protagonista, con una idea compleja que, a medida que la "tejés", deja algunos puntos sueltos:
    Desconcierta la irrupción del narrador en primera persona: ¿desde dónde ve a la niña este testigo que tiene el privilegio de saber tanto?; ¿dónde es "allí"? Esta perspectiva debilita el relato ya que la voz es el sustento de la narración.
    ¡Cuál es el mundo de esta niña?
    ¿Qué significa: "Muchas imágenes que trascendía, tomaban el lugar del tiempo". No entiendo el sentido.
    ¿Qué sería "trascender lugares".
    Fascinante la pequeña protagonista, tan sabia, tan lúdica, tan fresca, parecida a las preguntas que hace.
    ¡Quiero una bicicleta como la que inventaste!
    Lamento lo que se me escapa, lo que se insinúa sin llegar a poder ser develado.
    ¡Buen trabajo!
    Nota: 7

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  2. Otra vez yo. Olvidé decirte que reveas la construcción de párrafos y algunos tiempos verbales. También que hay pasajes muy bien escritos.

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