La niña tiene unos pocos años de
vida. Lo habitual sería que no tenga mucho para contar. En cuanto
paró en uno de los lugares por los que ella anda, escuchó decir a
un hombre “Algunos jóvenes, encantadores pero inocentes e
ingenuos, piensan que saben, pero no es así. No por falta de
capacidad, si no por falta de tiempo. El tiempo lo es todo, el tiempo
es experiencia”.
Claro. Pensó la niña, y continuó
andando.
Ella, así de pequeña, así de feliz,
andaba y andaba.Y aunque no lo decía, tenía mucho para contar,
pero porque veía muchas cosas. Muchas imágenes que trascendía,
tomaban el lugar del tiempo (por lo que este, en su mundo tampoco
existía) y la hacían permanecer en el presente. Cada momento era su
lugar, su magia, su conocimiento. El siguiente instante ya era otro,
y lo pasado dejaba de existir. Por esto ella no contaba, solo veía.
Es que así disfrutaba más de lo que pasaba en el momento, en lugar
de distraerse contando lo que ya pasó. Ella era solamente,
puramente, solitariamente ella. Lo que se puede decir en relación a
los demás es que la niña, a veces, habla con algunas personas. Sólo
para preguntar cosas precisas y concisas, porque ella nunca responde.
Tampoco juzga, tampoco opina. Acepta todo como si el todo fuera parte
de ella, como si todo le fuese natural.
Familia no tiene, pero sin embargo
parece haber sido bien criada. Comida no necesita ¡Pero toda la
energía que tiene!, aparenta estar muy bien nutrida. Y su vivienda.
Eso, es lo más interesante. No tiene una casa, pero habita
intensamente todos los lugares. Vive en las tres dimensiones que su
mundo tiene, y para recorrerlo, solo necesita... ¡Una bicicleta! Esa
pareciera ser su única compañera de viaje. Aunque también es
cierto que la niña tiene una gran reputación. Suele caerle muy bien
a la gente, sin intentar hacerlo. No desea ser simpática. Ni
siquiera habla mucho, y se queda muy poco tiempo en cada uno de los
lugares que trasciende, por lo que el vínculo que instala con algún
que otro ser humano, no llega a ser muy firme ni duradero. Y sin
embargo un día su bicicleta se vio obligada a cuadruplicar su
tamaño.
Esta última anécdota es realmente
graciosa. Fiorella andaba, andaba en su bicicleta. Hizo, en la
tercera dimensión, dos preguntas. La primera fue “¿Qué tan tarde
se le permite llegar al trabajo a usted, señor?” y el señor le
contestó “No se me permite.” Ella lo miró sonriente y no
respondió. Inmediatamente el hombre rompió en llanto. Acto seguido,
la bicicleta con ruedas de mimbre, duplicó su tamaño y dio lugar a
un asiento trasero. El hombre se sentó con ella. Fiorella observó
la situación, y no dijo nada. Siguió andando, como siempre. Estaba
formándose sobre el aire un pequeño hilo conductor que atravesaba
el abismo que separaba la tercera dimensión de la siguiente (la cual
nunca intentó trascender aún) cuando una niña parecida a ella, la
miró. Luego le preguntó cómo hacían las ruedas de su bicicleta
para resistir tanto peso siendo tan débiles, de mimbre. Fiorella se
rió pero no le respondió. Es que tampoco ella se había hecho esa
pregunta, ni consideraba alguna respuesta posible. Simplemente
resistía.
Cuando Fiorella no respondió, la niña
voluntariamente tocó la rueda trasera de mimbre, y de la bicicleta
surgió un nuevo asiento detrás del hombre. La niña se sentó en
el. En ese momento, un joven muchacho llegó corriendo desesperado
por encontrar a su hija. En cuanto la vio, se alivió tanto que echó
a reir y la abrazó. La bicicleta, generosamente creó un nuevo
asiento.
Esta es la historia de aquel día.
Fiorella, siguió andando. Pero cuando atravesó finalmente la
tercera dimensión (cruzando ese enorme abismo, siguiendo al hilo
conductor, el cual poco a poco fue trazando un irregular sendero
suspendido en el aire), llegó a un lugar sin humanos. Para adelante,
no los veía más. Ni a la niña, ni al muchacho joven, ni al hombre.
Ella sin sorprenderse ni preocuparse siguió andando, como siempre.
Solo que al llegar al final del camino, ella, como los otros,
desaparecía. A partir de este abismo ya no logro verla más. Sin
embargo, algo me indica que no vuelve porque no quiere. Pero quizás
un día decida trascender nuevamente las dimensiones conocidas, y
allí sí que la podré ver, a ella y a todo lo que lleva consigo.
Michael Cheval
Camila: construís un relato ágil y movedizo, como su protagonista, con una idea compleja que, a medida que la "tejés", deja algunos puntos sueltos:
ResponderEliminarDesconcierta la irrupción del narrador en primera persona: ¿desde dónde ve a la niña este testigo que tiene el privilegio de saber tanto?; ¿dónde es "allí"? Esta perspectiva debilita el relato ya que la voz es el sustento de la narración.
¡Cuál es el mundo de esta niña?
¿Qué significa: "Muchas imágenes que trascendía, tomaban el lugar del tiempo". No entiendo el sentido.
¿Qué sería "trascender lugares".
Fascinante la pequeña protagonista, tan sabia, tan lúdica, tan fresca, parecida a las preguntas que hace.
¡Quiero una bicicleta como la que inventaste!
Lamento lo que se me escapa, lo que se insinúa sin llegar a poder ser develado.
¡Buen trabajo!
Nota: 7
Otra vez yo. Olvidé decirte que reveas la construcción de párrafos y algunos tiempos verbales. También que hay pasajes muy bien escritos.
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