miércoles, 27 de mayo de 2015

Del papel a la pantalla

Cuando un estudio cinematográfico lanza una película basada en un libro o novela que leímos previamente y nos gustó recurrimos a hacer 2 cosas: comprar la entrada para verla lo antes posible o directamente rehusarnos a verla por el miedo a que esta película sea terrible y termine arruinando las historia que nos atrapó tiempo atrás.
Generalmente estas películas modifican drásticamente la trama de la obra enfureciendo así a los lectores previos. También ocurre que este libro, del cual fue basada la película, no fue leído por un gran número de personas que, finalmente, prefieren la película a la obra literaria. Pero, ¿Por qué se produce este cambio drástico en la trama? Este cambio en la trama se debe principalmente a que al momento de hacer una película hay ciertos límites con el tiempo, límites que en una novela no se presentan, por lo tanto, esta tendrá muchos más detalles y hasta situaciones que la película.
Al leer generamos, inconscientemente, imágenes de aquello que leemos. Imaginamos rostros, voces, situaciones y lugares. Lo que hace la película es dar una imagen visual a todas estas imágenes que cada lector fue generando.
En el caso de “El Lector” no creo que exista un gran cambio en la trama. Hay modificaciones en la forma en que es narrada la historia, cosa obvia e ítem más que importante al momento de plantearse crear un proyecto basado en una obra literaria. Este cambio está muy bien logrado. Personalmente sentí cambios en la historia con respecto a lo que tenía en mi cabeza al leer el libro. Por ejemplo Michael; yo lo imaginaba mucho más delgado y con el pelo corto. También noté que, en la película, el viaje que hacen Hanna y Michael en bicicleta resulta un viaje común, es decir no fuera de lo normal. Al leer la novela este viaje es mucho más significativo, notas la preocupación de Michael para con Hanna y lo mucho que la quiere.
La parte que más me gusto de la película fue cuando Hanna está en la cárcel y recibe las cintas de Michael que, gracias a ellas, logró aprender a leer y a escribir. Ese lapso desde que pide el primer libro hasta que escribe la última carta. Esta parte fue la que más de pareció a lo que yo me imaginaba al leer la novela. Hanna, como  anciana, aprendiendo a leer y escribir detrás de un escritorio en su celda. Así fue como la imagine y así fue como apareció en la película.

Generalmente las imágenes que creamos en nuestra cabeza al leer algo no coinciden con lo que sale luego en las películas y eso es lo lindo, cada persona genera de diferente forma estas imágenes. Estos rostros, movimientos, lugares y situaciones.

Juan Costa Viaggio

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