viernes, 25 de noviembre de 2016

Diario de lectura "Los Pichiciegos" Lucía Estevez

Pensé que se trataba de cieguitos 

Elegir a los Pichiciegos fue una decisión precipitada. Al principio estaba convencida que quería leer Pequeños combatientes y ya estaba en su búsqueda. Sin embargo, cometí el error -aunque eso todavía no lo sé- de preguntarle a alguien de qué se trataba porque honestamente el nombre me parecía muy simpático. “Cuenta la historia de unos combatientes de Malvinas que se niegan a pelear, se organizan, se esconden y transan con soldados ingleses para sobrevivir.” -En mis años mozos, transar también significaba besar, si se lee lo anterior pensando en ambos sentidos de la palabra puede resultar gracioso-. Casi inmediatamente decidí que prefería leer este libro.

Y ahora aquí me encuentro, ya con el libro y con muchas ganas de leerlo. Es una edición muy linda de Interzona. Me daba curiosidad la imagen de la tapa así que la busqué, resulta que es una foto tomada por Todd Gipstein de una estatua de un memorial ubicado en Washington que honra a los caídos de las fuerzas norteamericanas en la guerra ente Corea del Norte con Corea del Sur. Esto podría llegar a tener una cierta conexión con esta guerra, porque como siempre, Estados Unidos intentó mediar de la forma más conveniente -para ellos- , ¡una soberanía tripartita! No estoy segura, creo que ese sería un análisis muy forzado.
Espero que este libro pueda servir como un disparador que me invite a reflexionar sobre ciertas cuestiones a las que tal vez antes no les prestaba atención. De la guerra de Malvinas sólo se datos históricos, como las tropas argentinas arribaron el día tal, las inglesas desembarcaron en algún lado, las razones por las que a cada país le convenía ganar esta guerra fueron…estupideces. Desconozco casi todo sobre cómo se vivió ese momento tanto en los cuarteles como en las batallas. La verdad es que no me suelen interesar los relatos de guerra pero aún así quiero leer este libro porque siento que es diferente: justamente porque los protagonistas no son parte del combate.

Día 1 (17/11/16)

12.31hs
En el colectivo a la vuelta de haber comprado este libro me invadió la curiosidad y empecé a espiar un poquito. Abría el libro en cualquier página, leía una palabra, lo cerraba y volvía a hacer lo mismo otra vez. Hasta ahora sé que hay un turco, unos magos y una pichicera, que me suena a pecera, sea lo que sea.

Página 11
¿Pringa? Manchar a una persona o cosa de una sustancia grasienta.

Ya en la primera página, cuando habla de la nieve, me dieron escalofríos.

Página 12
Los jockey blancos argentinos, los mismos que fumaba mi abuelo, siempre pedía “Jockey suave de diez”, que como los compraba todos los días hace muchos años, se había acostumbrado a decirlo muy rápido y todo junto, sonaba algo así como “Joquisuaededié”.

Página 16
¿Escaldaban? Padecer una irritación en la piel.

12.47hs Dejo la lectura

20.10hs En el subte, Rosas

Página 17
Gardel no era ni uruguayo ni francés y punto. Nunca más quiero volver a tener esta discusión, aunque me intriga por qué esto sigue siendo un misterio.

¿Pichicatero? Que consume drogas. Ya conocía esta palabra, pero en el momento no la relacioné.

20.24 Medrano, dejo la lectura

20.37
Página 26
No sabía lo que era un pichiciego y tampoco los busqué antes de empezar a leer, nunca me habría imaginado que era un animal. Son muy lindos, tienen una carita parecida a la de los erizos –a veces cuando no conozco nada de un animal trato de encontrarles parecido a algún otro y es así como puede parecer que estoy hablando de un animal mutante, que es como un caballo pero más bajito y gordo, cuando en realidad estoy hablando de una vaca-. Son una especie de armadillos peludos y con caparazón rosa, originarios de La Pampa. Le pregunté a mi madre si la suya, que vivió allí toda su infancia y adolescencia, alguna vez le comentó sobre estos bichitos, me dijo que no.

Página 42
Me parece innecesario que culeen con animales si pueden culear entre ellos, pobres animalitos.

22.05 Dejo la lectura por hoy

Día 2 (19/11/16)

22.19hs

Hoy retomo la lectura, aunque sólo haya pasado un día sin leer, me di cuenta que extrañé este libro. Estuve ocupada con un trabajo de historia sobre la dictadura, cada vez que leía sobre Malvinas me venían a la cabeza las imágenes del libro y las ganas de seguir leyéndolo. Ahora que ya estoy libre me puedo dar el lujo de leer lo que quiera.

Página 60
Me llamó la atención la frase “Es notable, los tipos mueren pero los relojes siguen andando” es algo que nunca había pensado y me remitió al Preámbulo a las Instrucciones y a Instrucciones para dar cuerda al reloj de Julio Cortázar.

23.19hs Dejo la lectura por hoy

Día 3 (20/11/16)

21.53

Páginas 89-90
Me puso muy triste el párrafo en el que casi lo agarran al Turco, me parece admirable que lo haya llevado a Diéguez hasta la pichicera, aunque era un caso perdido, me puso contenta que le haya dado una muerte un poco más digna y en paz. El Turco es definitivamente uno de mis personajes preferidos.

Página 92
Que Manuel cuente películas que nadie vio me hizo acordar al libro El beso de la mujer araña de Manuel Puig, además, al igual que el personaje que las narra en este otro libro, él es homosexual. Puede ser que se haya querido hacer una referencia a ese libro, teniendo en cuenta que se publicó en 1976 y este en 1983.

Página 103
El miedo suelta el instinto que cada uno lleva dentro” Vengo de haber sentido el miedo más insoportable y doloroso que no sentía desde hace ya muchos años. ¿Qué instinto sacó de mí? Nada. Sólo sacó más miedo.

Página 105
Nunca antes había escuchado el verbo cabildearon.

22.29 Dejo la lectura por hoy

Dìa 4 (21/11/16)

Dejé solamente dos capítulos para hoy porque ayer no sentía que se tenía que terminar y me quedé con las ganas. Por nada en el mundo quisiera que este libro tenga un final abierto, no me importa que sea terrible, pero a veces no hay nada de malo con dejar algunas historias con el final servido, no me quiero quedar con ninguna incógnita.

Página 126
Cuando el capítulo empezó contando de la lombriz amiga/o del sanjuanino, en los primeros dos párrafos creí que se estaba hablando de una mujer, “Larga y blancuzca, clara y resbalosa como un fideo tallarín, de chica medía cuarenta. Después creció: medirá cincuenta o sesenta al final” –yo creí que era metro cuarenta, cincuenta o sesenta-. Hubiese sido muy interesante si en realidad se trataba de una mujer encubierta, me hubiese gustado que haya alguna historia así en esta guerra.

Páginas 128 y 129
Me sentí identificada con los soldados que cuidan y se encariñan con los pingüinos porque es algo que me pasa siempre cuando me voy de vacaciones. Le doy de comer a perros vagabundos, me empiezan a seguir por todos lados, les pongo nombre. Siempre los quiero adoptar y llevármelos para mi casa y siempre me dicen que no, que es imposible, cómo lo vas a llevar de acá hasta allá. El último fue Fidel, un perrito de Humahuaca que me siguió todo el último día que estuve ahí.

Página 131
Aquí se nota por primera vez que el narrador es alguien que está entrevistando a un pichi. Después se especifica que es un psicólogo que esta escribiendo un libro.

Esto con mi madre lo habremos charlado alguna que otra vez. En las situaciones más límites, –los momentos previos a la muerte, el dolor, más específicamente hablamos sobre lo que sucedía durante las sesiones de torturas en la última dictadura militar- siempre se pide o se grita por la madre, no importa si la odian, si es imposible que acuda a su rescate o que este muerta. No importa que edad tenga la persona, como niños, -debe ser que queda de la infancia- piden por la madre.

Página 138 y 141
"¿Están todas las minas locas en Buenos Aires?"
Apartaba la cortina blanca de los cristales y miraba el puerto, y después abajo, hacia la avenida Las Heras”
Definitivamente es un momento posterior a la guerra, en el que se encuentran en Buenos Aires.


Conclusión

Difruté mucho de leer este libro. Fue un poco complicado descubrir el narrador, durante la primera parte parece tratarse de un narrador omnisciente, ya en la segunda parte cambia y alguien comienza a hablar en primera persona, al principio creí que se trataba de un pichi que charlaba con otro pichi, depués todo se dió vuelta. Me costó mucho sacar quién era el pichi que contaba los hechos, resulta que es Quiquito -¡Que bueno! También era de mis preferidos-. No escribí mucho sobre el final porque me enganché mucho leyendo y no quería parar, además no les voy a contar el final de los pichis.
Creo que este libro cumplió con mis expectativas y de más está decir que las superó. ¡Y sí! Me sirvió para reflexionar desde cuestiones de moral hasta el buen negocio que puede ser una guerra para las tabacaleras. Es una lectura rápida, está muy prolijamente divida en partes, capítulos y párrafos que hacen que todo vaya fluyendo muy livianamente.

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