sábado, 4 de julio de 2015

Gisela Meneces

El buen monarca y la traición

   Sobre el suelo del desierto se encontraba el rey, sólo, despertándose, y con un dolor en la cabeza.
   Caminaba por el desierto sin descansar. Con cada paso se quedaba sin aire y era tanto el esfuerzo que debía obligarse a no rendirse para poder llegar a Bruna, su pueblo natal, y del cual ahora sus habitantes dependían de él. Pero, sin embargo,durante horas anduvo vagando, como si estuviera en un transitar sin fin en el cual no podía encontrar Bruna; justo en ese mismo instante él divisa confusamente un lugar, mientras va recordando, esas casas, todas distintas, pero tan lindas para observar cada una, con sus habitantes todos tan buenos y felices,trabajando, con casi sin tiempo para saber que a su reciente nuevo rey ya no lo verían más. Así es Bruna, un lindo lugar, pero con gente despreocupada por informarse de las cosas.
  Parecía como si hubieran pasado tan solo unas horas cuando en Bruna se encontraba el rey organizando junto con sus futuros funcionarios su coronamiento, pues tan feliz estaba el futuro rey, y sus pobladores ya que él era muy querido por ellos. Pero no contaba con que sus futuros funcionarios junto con Carlos, su hermano, quien sería el siguiente sucesor, le tenderían una trampa.
  El monarca sentía  que a medida que él avanzaba el pueblo se alejaba de él. Cansado, decidió sentarse y poder sentir el viento que suavemente le soplaba en el rostro.
  Luego de un rato el monarca decidió continuar pero se detuvo un momento y se sentó sobre la arena y apoyó su espalda sobre la roca inmensa que tenía al lado. Él dormía y soñaba con que estaba comiendo una fruta mientras arrojaba sus semillas al desierto.
  Mientras el monarca soñaba tranquilo, Carlos y los funcionarios le comunicaban a los habitantes que el rey había decidido abdicar y abandonar el pueblo, cosa que no era cierto, impactados y sorprendidos por la noticia exigieron explicaciones.
   Carlos y los funcionarios preocupados porque los aldeanos de Bruna sospecharan de ellos, decidieron pagarle a un brujo para que se deshiciera del rey, ya que ellos lo único que hicieron fue trasladar al rey durante la noche mientras estaba inconsciente a un lugar demasiado lejos del pueblo para que muriera deshidratado, pero nada les aseguraba que eso pasaría.
  Horas después ya faltando poco para el atardecer, el rey se encontró con un viejito(el brujo)que le dio una fruta(ésta estaba envenenada) y por supuesto él la recibió, se la comió y arrojó sus semillas al desierto.
  Decidido a encontrar su pueblo siguió caminando, hasta que empezó a sentirse mareado, y vio como el sol se iba junto con el atardecer, porque ya se acercaba la noche. El rey estaba allí mirando fijamente todo, hasta que ya no podía más por esos extraños síntomas que tenía en el cuerpo, entonces decidió sentarse y apoyarse sobre sus piernas. Se hizo de noche, él se durmió.
  Al día siguiente el rey no despertó; y él ahora se encontraba  a tan solo un par de kilómetros de su pueblo.
Como él siempre lo presintió le faltaba poco y esta vez muy poco.
   Ahora en el pueblo los funcionarios se encontraban felices festejando el coronamiento del nuevo rey Carlos.

1 comentario:

  1. Planteás una historia que se adapta muy bien a la consigna, sin embargo no lográs usar correctamente los recursos de acronía.
    Rever coherencia y cohesión.
    Nota: 6

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