viernes, 3 de julio de 2015

Candela Miller, Ludmila Corvalán, Camila Costa

Kinoma

Me fui. Dejé mi familia, mi trabajo y mis queridas frutas. Ya no tengo nada, mi plantación había sido destruida por ellos, los que me habían obligado a partir.
Kinomas, años de trabajo y esfuerzo me llevaron a crear esa fruta, tan deliciosa, jugosa y de gran adaptación al ambiente árido en el que vivo. Este alimento nos ha ayudado a salir de la hambruna. La ciudad pasaba por un periodo de sequía, los cultivos ya no crecían, el agua escaseaba, y la gente moría en las calles.
Mis hijos estaban enfermos, casi no se podían mover. Tenía que buscar una solución a esto. No podía dejar que mueran, no si tenía la posibilidad de hacer algo al respecto. Ya venía trabajando en una fruta que se desarrolle, que pueda crecer en la arena tanto como en la tierra, y que pudiera soportar largos periodos sin agua, como en el que me encontraba. Gracias al apoyo de mi familia pude lograr mi objetivo, los brotes de kinoma comenzaron a salir.
El día en que me fui, había probado la que creía mi ultima kinoma. Sería mejor si mi familia estuviera conmigo y a salvo. Todo comenzó cuando ellos, mis vecinos, los que creía amigos y con los que había compartido mi preciosa fruta, interrumpieron nuestra velada, invadidos por la ira y la codicia. Me dijeron que si no les daba las semillas de kinoma me iba, matarían a mi familia y me harían sufrir. Su plan era venderlas, al contrario de lo que yo hacía, regalarlas. Les dije que se las daría pero a cambio de que mi familia este a salvo. Después de eso ya no recuerdo nada. Desperté envuelto en llamas y sin saber sobre ellos. La casa estaba siendo destruida por el fuego. Lo único que pude hacer fue rescatar un par de kinomas para guardarlas en mi bolso. Al parecer habían quemado mi casa,pero sin saberlo también la plantación de kinoma.
Decidí confiar en la palabra de mis vecinos, después de todo, en algún momento ellos eran quienes habían provisto de agua a mis hijos en los tiempos de enfermedad, además, si volvía por ellos sería para mal. Terminé de comer la fruta, guardé las semillas y empecé mi camino, sin saber qué hacer o hacia dónde ir.
La tristeza me invadía, debo haberlo reflejado en mi rostro, ya que cuando encontré a un vendedor anciano, este me ofreció me ofreció una fruta. La probé y noté que era una kinoma. Me pregunté como la había conseguido, yo tenía las últimas semillas. Ya nada tenía sentido para mí, por eso seguí mi marcha.
Me alejé y descansé un rato, pensando en ese extraño hombre. Decidí volver para preguntarle de donde había sacado la fruta. 
Cansado de buscarlo, ya sin fuerzas para seguir, me senté y planté la kinoma. Primero un brote, después un tallo y una hoja. Luego de incontables noches, la primer fruta, que me recordó a mi familia y los buenos momentos, germinó.
La corté, y en ese instante, vi acercándose a un  joven, de cara muy triste y con un bolso lleno de kinomas y sus semillas. 

2 comentarios:

  1. Si bien la idea es interesante, no logran plasmarla eficazmente, pues el relato tambalea entre una historia con hilos sueltos por falta de verosimilitud y una narración que falla en la cohesión. ¿Por qué robar semillas que obtienen regaladas y se reproducen con cada fruto?; ¿qué lo lleva a confiar en vecinos que queman su propiedad y acaban con su familia?; ¿por qué reacciona tan lento con el anciano?.
    Los párrafos saltan inconexos, se contradicen algunos planteos, se desdibujan los motivos que mueven al protagonista, se cambian los tiempos verbales. Parecería que cada una escribió su parte sin tener en cuenta coherencia y cohesión.
    Nota: 6

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  2. Hola! Buenos días! Hace horas que busco el cuento "La nueva amiga" de Camila Costa y Milagros Valenti Costa, para trabajar el día lunes 17 en la jornada institucional para la construcción participativa de la Ley de Educación Pronvincial y no lo encuentro :(
    ¿Cómo puedo contactarme con las autoras? Mi e-mail es noelisrodrigues@hotmail.com
    Espero una respuesta, excelente blogger!!

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