Catástrofe
Calmada caminaba contando cosas. Confusa contempló caer cuerpos. Corrió, crédula.
Cuando consiguió casa continuo contando cobijada. Concluyó con: cuarenta cabezas, cien casquillos, cero corriendo, cero conscientes, cero completos.
Alma cambiada
A la mañana despertaba, angustiada caminaba hasta la sala. La mesa vidriada reflejaba la cara. Tranquila veía la marca roja, la gota seca.
Ella seguía, marcada para toda la vida.
El crimen de las capitales
Comenzaba apenas otra noche en buenos Aires. Recién se empezaba a ver la luna cuando Lidia fue encontrada muerta. "Otro suicidio", dijeron los policías. Su esposo, Carlos, no lo podía creer. "Últimamente La Percibía Antipática y Bastante Loca" declaró. El detective luego de investigar pudo confirmar que la víctima fue asesinada y quien fue su asesino.
Dos princesas en recreo
"¿Que tenes de comer?" Preguntó la niña del vestido celeste.
"Una porción de tarta que me hizo mi mamá, ¿vos?" Dijo la niña de pelo negro como el carbón.
"Una manzana." Respondió mientras se sacaba un pelo de la cara la niña del vestido rosa.
"¿Qué es eso?" Preguntó confundida la niña de labios rojos como la sangre.
"Es una fruta ¿querés probar?" Dijo la niña del vestido celeste mientras se la alcanzaba, brillante y jugosa.
"No, mi mamá no me deja comer frutas de otras personas." Expresó con tristeza la niña de piel blanca como la nieve.
Obsesión clasificada
Se busca acompañante nocturno para probar colección de cuchillos.
De la A a la Z
Ana, fría, calculadora. Obsesiva del mañana organizaba sus días de principio a fin.
Cuando emprendía un viaje, ya planeaba el regreso. Si entablaba una charla, pensaba como iba a terminarla.
Pobre Ana. no pudo prever que en el final de sus días no iba a ser feliz.
Incompetencia
Distraído leyendo su final, no pudo ver al hombre de negro que salía atrás de su sillón.
Noche para matar
En ese momento, él vio lo ordinaria que era y salió a hacer su cometido.
Personalidades perfectas.
Que querida era Estela. Tanto todos la lamentaron cuando cambió, que quizas empeñada en ser simplemente otra, olvidada en el pasado, pisó sus sueños y yació sola.
Rapunzel en el mundo capitalista
Todos se rieron cuando vieron a la mujer pelada salir del local con el cartel de "se compra pelo". Se dejaron de reir cuando se enteraron que era, a partir de ahora, millonaria.
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